
“UNA DICTADURA PERFECTA TENDRÍA LA APARIENCIA DE UNA DEMOCRACIA, PERO SERÍA BÁSICAMENTE UNA PRISIÓN SIN MUROS EN LA QUE LOS PRESOS NI SIQUIERA SOÑARÍAN CON ESCAPAR. SERÍA ESENCIALMENTE UN SISTEMA DE ESCLAVITUD, EN EL QUE GRACIAS AL CONSUMO Y EL ENTRETENIMIENTO, LOS ESCLAVOS AMARÍAN SU SERVIDUMBRE.” ALDOUS HUXLEY
¿Qué conoces sobre las distopías? Como ya sabrás, distopía es el antónimo de utopía, es decir, una distopía es una sociedad ficticia indeseable. En el post de hoy hablaremos de cómo es la vida en una sociedad distópica, y no nos referimos a la corrección política, estamos hablando de la obra magna de Aldous Huxley: Un mundo feliz.
Sobre Aldous Huxley
Aldous Huxley (1894-1963) fue un escritor y filósofo inglés conocido internacionalmente por sus novelas y ensayos. Si bien no fue el creador del género distópico, sí fue uno de sus máximos representantes y su influencia se ve reflejada en obras posteriores como 1984 o Fahrenheit 451.
Huxley supo identificar los incipientes peligros de su tiempo como pocos. Amigo personal de Albert Hoffman, descubridor del dietilamida de ácido lisérgico (LSD), Aldous Huxley entendió el doble rasero de estas sustancias y su potencial como forma de control social. También supo ver lo efectivo y peligroso que es la aplicación de la psicología y el estudio de las masas en la propaganda política.
Con todo, en 2022 y a la vista de los sucesos acaecidos durante los últimos años, no son pocas las personas que han comparado Un mundo feliz con el clásico de 1984 y han llegado a la conclusión de que la tesis de Huxley estuvo más acertada que los libros de George Orwell.
Un mundo feliz de Aldous Huxley
Un mundo feliz fue escrita durante el periodo de entreguerras y publicada en 1932. Fruto de su tiempo, Huxley mostraba una gran preocupación por el auge de los totalitarismos, los desastres de la Gran Guerra, la incipiente militarización de Alemania, el auge del consumismo, el crack del 29 y el desarrollo de la ciencia y la tecnología con finalidades bélicas y de control social.
Con todo, Un mundo Feliz narra la vida en una sociedad super civilizada y tecnológica que a simple vista pudiera parecer una utopía: sus habitantes son felices y viven en paz y armonía con el resto de ciudadanos. En esta sociedad, la tristeza y demás sentimientos negativos no tienen cabida. El paraíso comienza a tornarse siniestro cuando descubrimos que los seres humanos son creados en serie, como si fuesen coches. A través de cadenas de montaje y sometidos a un condicionamiento mental de “hipnopedia”, esta sociedad crea humanos a la carta con capacidades y aptitudes diferentes que delimitarán su pensamiento y su destino.
La sociedad queda etiquetada en grandes grupos (Alfas, Betas, Gammas..), cada uno con unas inquietudes y capacidades, pero todos felices ya que están condicionados para disfrutar con su trabajo. Por si todo esto fuera poco, el tiempo libre, las emociones y el sexo son controlados a través del consumo de drogas. El soma, en alusión al narcótico divino de la India, es utilizado por los ciudadanos cada vez que tienen la más mínima depresión o ansiedad. Ser felices es primordial en esta sociedad, aunque ello conlleve el abandono de responsabilidades no condicionadas, el abandono del pensamiento crítico y la desconexión del mundo.
En definitiva:
“Un mundo feliz” describe lo que sería una dictadura perfecta que tendría la apariencia de una democracia, una cárcel sin muros en la cual los prisioneros no sueñan con evadirse. Un sistema de esclavitud donde, gracias al sistema de consumo y el entretenimiento, los esclavos tendrían el amor hacia su servidumbre.
Lo realmente aterrador de esa sociedad es que, como reza el título, todo el mundo es feliz. El propio Huxley indicaba en la introducción a una de sus ediciones:
“Un Estado totalitario realmente eficaz sería aquel en el cual los jefes políticos todopoderosos y su ejército de colaboradores pudieran gobernar una población de esclavos sobre los cuales no fuese necesario ejercer coerción alguna, por cuanto amarían su servidumbre. Inducirles a amarla es la tarea asignada en los actuales Estados totalitarios a los ministerios de propaganda, los directores de los periódicos y los maestros de escuela”.
Ese mismo razonamiento se repite en el texto de la novela: “Y éste es el secreto de la felicidad y la virtud: amar lo que uno tiene que hacer. Todo condicionamiento se dirige a lograr que la gente ame su inevitable destino social”.
Si te ha parecido interesante esta breve reseña, puede que disfrutes leyendo la obra e incluso te alarmes observando similitudes con nuestro presente.
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