Diferencia entre democracia y dictadura

Diferencia entre democracia y dictadura

Si hoy preguntamos a cualquiera de nosotros la diferencia entre democracia y dictadura, la respuesta podrá ser más o menos técnica, pero será rotunda y se manifestará en lo bueno de la primera y lo malo de la segunda. En nuestra mentalidad actual, el abismo opuesto entre un sistema político y otro está claramente diferenciado y conocemos que son dos polos opuestos que no deben atraerse. Tal cual, rotundamente. ¿Estamos seguros?

¿Qué es la democracia?

Empecemos por el principio, por el de verdad. Las raíces etimológicas nos ayudan a entender el propio sentido de la palabra y lo que ellas abarcan: si nos preguntamos qué es la democracia, debemos analizar lo más básico, el puro concepto de democracia. Viene de la unión de dos palabras griegas, demos, que significa pueblo, y cratias, que significa poder. De su combinación, resulta el poder del pueblo y arroja la clave fundamental para entender su extensión, que no es baladí: esta forma de organización del Estado implica que las decisiones las toma el pueblo, mediante los mecanismos de participación que se le confieran de manera legal respecto a unos representantes elegidos por ellos mismos en función de dicha participación.

No es de extrañar que los primeros atisbos democráticos de la historia se dieran en Grecia, concretamente en Atenas y en las primeras asambleas que allí empezaron a tener lugar y que permitieron, gracias a la participación colectiva (configurada muy sui generis: solo podían formar parte los varones libres) minimizar en gran parte las dificultades de la toma de decisiones que presentaba hasta entonces la polis griega.

Definición de dictadura

Sensu contrario, para responder qué es la dictadura, acudiremos al latín. Dictadura es la forma de gobierno que ejerce el dictador, palabra que viene de la homónima latina dictator e implica a la persona que dicta, que da las órdenes, que ejerce el poder. El que tiene la voz. Por eso, es clave fundamental de los regímenes dictatoriales la separación radical de la opinión de la mayoría (el pueblo) y la de una minoría (el dictador y su camarilla, pues raras veces está solo), que toman las decisiones imponiendo su figura y su ideología en detrimento del librepensamiento del pueblo y abrazando la opresión para imponer sus propuestas.

Al margen de la definición teórica sobre democracia y dictadura, cabe contextualizar que la aplicación práctica de ambas formas de gobierno resulta mucho más similar de lo que podríamos esperar a priori, ya que en ambas el poder se concentra en un reducido grupo de personas. Tal y como nos demuestra la ley de hierro de las oligarquías de Robert Michels, ni el dictador gobierna solo ni el pueblo ejerce el poder. Todas las formas de gobierno tienden a generar una camarilla gobernante que ostenta y ejerce el poder.

Ejemplos de dictadores

Históricamente, nos trasladamos a Roma para encontrar a los primeros dictadores, Sila o Tito Larcio, este último creado por el Senatum Romanum en el siglo V a.C.

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Desde el gran hito que supusieron las constituciones en América y Europa a finales de los siglos XVIII y principios del XIX, hoy comprendemos casi de manera innata que un sistema gubernamentalmente higiénico implica la igualdad de oportunidades, el fin del totalitarismo, la no discriminación y la consecución del sufragio universal en la toma de decisiones. Y todo lo que escape a eso, hay que ponerlo en cuarentena.

Pero actualmente, no es oro todo lo que reluce ni es tan fácil discernir las diferencia entre democracia y dictadura. Las dictaduras y las autocracias siguen existiendo a día de hoy, más o menos revestidas en una neblina de confusión popular. Pensemos en China, Corea, Arabia Saudí, Turkmenistán o Irán. Pensemos en la “democracia autoritaria” de Putin en Rusia.

Otro punto, no menos preocupante, son aquellos líderes con tendencias autoritarias de países democráticos. ¿Quién iba a pensar que los valedores de la ley iban a saltarse la ley como si nada? Como si hubiesen leído un manual para dictadores, no hay que ser muy mal pensado para advertir cómo los líderes de muchos sistemas en los que supuestamente las diferencias entre democracia y dictadura están claras y es el pueblo que tiene el poder, están recortando las libertades de su propio pueblo a una velocidad de vértigo. 

Si bien los matices, en nuestra vida diaria, vienen a enriquecernos, en la democracia, cuando vienen, nos golpean y pasan a disfrazarla y revestirla de eufemismos. La realidad del siglo XXI resulta una combinación de elementos democráticos con gobiernos autoritarios, sistemas más o menos opresivos con libertades de los ciudadanos. ¿Será que no siempre el término medio es la virtud? He aquí una participación a la reflexión a libre elección del lector.

 

Comentarios (1)

Buen artículo, muy claro e interesante

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